En el marco del viaje apostólico a Paraguay después de la Santa Misa en la explanada del Santuario mariano de Caacupé, Jul-11-2015, Francisco consagró Paraguay a Nuestra Señora de Caacupé —en estricto sentido, renovó la consagración—, según como se tenía previsto y con el texto contenido en el misal preparado para la ocasión, el cual dice así:
Oh Señora y Madre Nuestra,
Virgen de tantos rostros y tantos nombres,
que aquí eres infinitamente amada
como Tupãsy Caacupé,
te consagramos el Paraguay,
corazón de América,
con todos sus habitantes.
Ten bajo tu amparo constante
a la Iglesia de Cristo aquí presente,
a los gobernantes y a todas las familias.
Protege también
a todos los paraguayos y paraguayas
que tuvieron que migrar y,
aún en la distancia y con tantas pruebas
no se olvidan de ti.
Ayuda, Virgencita Serrana
a que todos podamos experimentar
la infinita misericordia de Dios, para que,
como discípulos misioneros
de tu Hijo Jesucristo,
podamos construir una nación santa,
inspirados en el Evangelio,
donde reinen la solidaridad, la justicia,
la verdad, la alegría y la paz
y logremos la reconciliación
tan anhelada para todos
los hijos de esta bendita tierra guaraní.
Amén.
Luego de ello, Francisco depositó un rosario de oro a los pies de Nuestra Señora en su homenaje .
Nos llama la atención que una consagración a Nuestra Señora de Caacupé pueda ser hecha sin sobresalto ni contratiempo, no sucede lo mismo si se trata de una consagración a Nuestra Señora de Fátima, la cual en 2013 se anunció inicialmente sería hecha por el Papa, se proporcionó un programa oficial, pero cuando llegó el momento de la misma no hubo tal, se trató de un “acto de confianza”.
¿Por qué no se puede hacer un acto de consagración cuando se trata de Nuestra Señora de Fátima?