Como algunos de los otros episcopados progresistas (como Alemania y Suiza), los obispos de Bégica han presentado la síntesis de las respuestas (francés, flamenco) al formulario que se envió a todos los episcopados del mundo en los Lineamenta. Este es un resumen hecho por agencia SIR, Jun-18-2015.
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A los católicos de Bélgica el cuestionario no les gustó. Parece un texto —se lee en la síntesis de sus respuestas— “destinado a los sacerdotes o a la gente de la Iglesia que acompaña a las familias”. En una palabra, escrito exclusivamente para el personalde trabajo. La elección de algunas palabras incluso puede “influir ideológicamente algunas cuestiones”, provocando en el lector común una sensación de “alienación” hacia la imagen de una familia tradicional católica y de la procreación que “no son ya reconocidas en la sociedad belga”. Pero lo que los católicos belgas contestan es sobre todo “el tono moralizador” que impregna el texto. Un tono que hace que las personas “se sientan excluidas y abandonadas”. La síntesis habla luego de de una Iglesia que “ha fallado en su diálogo con una sociedad cambiante”. Lo que se contesta no es el “modelo de familia hombre-mujer”; es sobre todo la aproximación “defensiva, moralizante, llena de desaprobación y dogmática” que la institución eclesiástica deja transpirar cuando expresa un apego demasiado estricto de la observancia de la doctrina del matrimonio.
Del cuestionario emergen no sólo críticas sino también muchas expectativas. Los católicos de Bélgica esperan una pedagogía que tenga más confianza en el amor “en todas sus formas y colores” y una Iglesia disponible a abrirse a cada uno “sin juzgarlo”, capaz de escuchar “los temores de las parejas jóvenes” y “mostrándose cálida, cordial, accesible, creíble”. A la pregunta N. 19 en la que los padres sinodales piden: “¿Cómo se podría hacer comprender que el matrimonio cristiano corresponde a la disposición originaria de Dios?”, los belgas responden que esta expresión revela una “falta de humildad de la Iglesia”. Se dicen “irritados” preguntando: “¿Qué sabemos de la disposición original de Dios?”. Y agregan: “Los cristianos no son los únicos poseedores de la plenitud” y “no sólo el matrimonio cristiano es compatible con el plan de Dios. Toda forma de unión es un sacramento del Reino de Dios en el mundo”. Para la mayoría de los católicos belgas, es “esencial” poner en evidencia “los valores humanos existentes en todas las uniones y anunciar que en ellos Dios está realmente presente. En toda relación hay un deseo yuna búsqueda de unión. La gracia de Dios no se deja cerrar por la la forma de una familia”.
Incluso el pasaje de la Relatio Synodi y del cuestionario sobre las “familias heridas” (separados, divorciados, divorciados vueltas a casar y familias monoparentales” no gusta. Muchas de las respuestas al cuestionario muestran una “discriminación” hacia estas familias, “signo de una jerarquía que no está todavía dispuesta a acoger”. Y quieren hacer saber en Roma que “muchos de los que son considerados por la Iglesia como ‘irregulares’ no se sienten tal en absoluto ni “culpables a los ojos de Dios en relación con la Iglesia”; participan “serenamente en los sacramentos, sin crear ningún escándalo en la comunidad parroquial”. Rechazan también el n. 52 de la Relatio donde los padres sinodales hablan de “situación efectiva de pecado”. También en este caso el“lenguaje” crea problemas:“el uso de la palabra pecado es visto como portador de juicio” y la mayoría de los católicos belgas espera que los separados y vueltos a casar puedan acceder a los sacramentos, en particular los de la Reconciliación y de la Eucaristía. El mensaje final es: “no juzguemos en manera demasiado rápida situaciones que son generalmente muy complejas” y no “cerremos en su fracaso a los divorciados vueltos a casar”. A los números 55 y 56 de la Relatio dedicados a las personas “con tendencia homosexual”, los belgas contestan el término “tendencia”, diciendo que prefieren “naturaleza”. Y piden a la Iglesia una mayor coherencia dado que “algunos sacerdotes ya bendicen las uniones homosexuales”, lamentando la “falta de cohesión entre los pastores”.