¿Sacerdotes casados, más vocaciones? “Es un pensamiento demasiado mundano”, dice Mons. Georg Gänswein
Es probable que ya hayan leído reseñas de la entrevista que concedió a la revista Oggi el Prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Gänswein. Destacamos dos repuestas de dicha entrevista, de importancia coyuntural, no las más destacadas por esas reseñas (en el enlace proporcionado aparece la totalidad de la entrevista original, por si alguien desea traducirla en su integridad).

¿Qué se decidirá en el Sínodo sobre la familia de octubre sobre la comunión para los divorciados vueltos a casar, sobre los gays?
«Estas dos cuestiones son muy populares en los medios de comunicación, pero no son las únicas ni las más importantes a tratar en el Sínodo. Es sobre todo importante que la realidad de la familia y sus problemas concretos sean afrontados con sinceridad y valentía. Casarse hoy se ha convertido en un desafío, y la elección de crear una familia no es menos difícil que la elección del celibato. La Iglesia, con su gran sabiduría y experiencia, sabrá dar un fuerte apoyo a todos. Se está haciendo un camino para mantener unidas la sana doctrina y estar junto a quien tiene el corazón herido, una vida herida. Es obvio, e incluso natural, que en el Sínodo exista el debate. Pero no creo que habrá un cambio sustancial respecto de la tradición eclesial».
El cardenal [Gianfranco] Ravasi en una entrevista a Oggi, hablando sobre el futuro de la Iglesia, ha hecho la hipótesis sobre un cambio también en el celibato de los sacerdotes, y el Papa recientemente dijo que el tema de los sacerdotes casados está en su agenda. ¿Ud. imagina cambio?
«El celibato de los sacerdotes de la Iglesia latina es una forma de vida que responde en forma más adecuada a la llamada de Jesús al sacerdocio. A veces se dice que, si no hubiera el celibato, habría más vocaciones. No creo correcta esta opinión. Es un pensamiento demasiado mundano. Frente a los problemas, no se puede elegir el camino más fácil. Estoy convencido que el celibato es un gran don del Señor a su Iglesia. Toda vocación al sacerdocio es un desafío personal para afrontar sinceramente. Incluso mi elección fue dolorosa en su momento. También a mi me decían que lo pensara bien. Yo, al fin de la escuela secundaria, entre los 17 y 18 años, he sentido la vocación y elegí entrar en el seminario, de comenzar el camino que me llevaría al sacerdocio. De los 45 jóvenes que entraron en el seminario conmigo, sólo la mitad se ha convertido en un sacerdote».