Inmortalismo, martalismo (sic), endurecimiento mental y espiritual, no colaboradora, alzheimer espiritual, rivalidad y vanagloria, esquizofrenia existencial, etc, etc, etc... La Curia Romana está enferma y no lo sabíamos ó, al menos eso parece según el diagnóstico hecho hoy por Francisco en su discurso durante la audiencia concedida a la Curia Romana con ocasión de la presentación de los augurios natalicios (la parte escencial se puede leer en español en Zenit y Aleteia).
Al respecto se lee en una nota de John Allen en Crux:
Para los expertos, ello lanza una pregunta clave sobre el tapete: ¿Está Francisco en peligro de alienar a la misma gente que necesitará, tarde o temprano, para realmente conseguir que se haga algo?
“Tengo que decir, no me sentí muy bien saliendo de esa habitación hoy”, dijo un alto funcionario vaticano, que había estado en la Sala Clementina del Vaticano para el discurso y que habló a condición de no ser identificado.
“Entiendo que el Papa quiere que vivamos nuestros ideales, pero a veces uno se pregunta si él tiene algo positivo que decir acerca de nosotros en absoluto”, dijo el funcionario, que ha estado al servicio del Vaticano durante más de dos décadas.
Para el registro, este era un funcionario que se describe a sí mismo como un “entusiasta” sobre el rumbo establecido por el Papa Francisco.
El lenguaje corporal el lunes entre los cardenales y arzobispos que conforman la estructura de poder del Vaticano sugiere que la reacción no fue aislada. Hubo pocas sonrisas mientras el Papa hablaba y sólo aplausos leves; como Francisco pronunció el discurso en italiano, no fue porque su audiencia no entendía.
Regresando a su discurso, Francisco concluyó:
Muchos augurios de una santa Navidad a todos vosotros, a vuestras familias y a vuestros colaboradores. Y, por favor, no olvidéis orar por mi! ¡Gracias de corazón!