El card. Kasper y los kasperitas continúan su campaña mediática en vistas al Sínodo. En esta ocasión le cupo el turno a un periódico en español; se trata de La Nación de Buenos Aires, el cual le da primera página a una entrevista con el card. Kasper (imágen).
Para destacar diremos que en esta entrevista le preguntan sobre su afirmación a Il Mattino (ver aquí) en la cual según él los que le hacen oposición a su doctrina en realidad están oponiéndose al Papa; a lo cual matiza diciendo: “Quizá fui imprudente”.
Pero por otro lado avanza mucho más allá al afirmar que los cardenales opositores a su temeraria propuesta, quienes están defendiendo la enseñanza de Cristo y de la Iglesia respecto al sacramento del matrimonio, defienden una ideología (!).
-Algunos cardenales y obispos parecen asustados ante esa posibilidad y la rechazan incluso antes del comienzo del sínodo. ¿Por qué cree que hay tanto miedo a una evolución de la disciplina de la Iglesia?
-Creo que temen un efecto dominó, que si uno cambia un punto, todo colapse. Ése es su miedo. Todo esto se vincula con la ideología, una interpretación ideológica del Evangelio, pero el Evangelio no es un código penal. Como el Papa dijo en la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", citando a Santo Tomás de Aquino, el Evangelio es una gracia del Espíritu Santo que se manifiesta en la fe que obra por el amor. Ésa es una interpretación distinta. No es un museo. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Luego, debemos hacer un discernimiento a la luz del Evangelio, que no es un código de doctrinas y mandamientos. No podemos simplemente tomar una frase del Evangelio de Jesús y de ahí deducirlo todo. Hace falta una hermenéutica para entender todo el mensaje del Evangelio y luego diferenciar qué es doctrina y qué disciplina. La disciplina puede cambiar. Por eso me parece que acá tenemos un fundamentalismo teológico que no es católico.
-¿Usted dice entonces que no se puede cambiar la doctrina, pero sí la disciplina?
-La doctrina no puede cambiar. Nadie niega la indisolubilidad del matrimonio. Pero la disciplina sí puede cambiar y ya ha cambiado varias veces, como vemos en la historia de la Iglesia.
-¿Cómo se sintió cuando se enteró de que se estaba por publicar un libro de cinco cardenales que atacan su postura?
-Todo el mundo es libre de expresar su opinión, no es un problema para mí. El Papa quería un debate abierto, y creo que esto es una novedad y es algo sano que ayuda mucho a la Iglesia.
-¿Hay miedo entre algunos cardenales porque, como dijo el Papa, hay una construcción moral que podría colapsar como un castillo de naipes?
-¡Sí, es una ideología, no es el Evangelio!
-¿Hay miedo a una discusión abierta en el sínodo?
-Sí, porque temen que todo pueda colapsar. Pero, primero de todo, vivimos en una sociedad abierta y plural, y es bueno para la Iglesia que haya una discusión abierta, como tuvimos en el Concilio Vaticano II (1962-65). También es bueno para la imagen de la Iglesia, porque una Iglesia cerrada no es una Iglesia sana. Por otra parte, cuando debatimos sobre matrimonio y familia, debemos escuchar a la gente que vive esta realidad. Hay un sensus fidelium [el sentido de los fieles]. No puede ser decidido sólo desde arriba, desde la jerarquía de la Iglesia, y especialmente no se pueden citar viejos textos del último siglo, hay que observar la situación de hoy, hacer un discernimiento del espíritu y llegar a resultados concretos. Yo pienso que ésta es la aproximación del Papa, mientras que muchos otros parten de la doctrina y usan después un método más deductivo.
-En una entrevista con un medio italiano usted dijo que el blanco verdadero de los ataques de los cinco cardenales conservadores no es usted, sino el Papa...
-Quizá fui imprudente. Pero mucha gente lo está diciendo, se puede oír en la calle todos los días. No quiero juzgar a nadie, pero es obvio que hay gente que no está totalmente de acuerdo con este papa, algo que no es nuevo y ya sucedió durante el Concilio Vaticano II, cuando muchos estaban en contra al aggiornamento de Juan XXIII y Pablo VI.
-Muchos analistas piensan que no es una coincidencia que este libro salga justo en vísperas del sínodo...
-Sí, es un problema. No recuerdo una situación semejante, en la que de forma tan organizada cinco cardenales escribieran semejante libro. Es como se manejan los políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos portarnos así.
-¿Qué espera del sínodo?
-Creo que mucho depende de cómo el mismo Papa abrirá el sínodo. Él no puede darnos una solución al principio, pero sí una perspectiva, una dirección. Espero que haya una discusión serena y amistosa de todos los problemas vinculados a la familia, no sólo uno. Y creo que lograremos un gran consenso, como tuvimos en el Concilio Vaticano II.
-En los últimos días, el Papa habló varias veces de la misericordia, dijo que hay que captar los "signos de los tiempos", que los pastores deben estar cerca de la gente, por lo que parece muy claro qué es lo que quiere...
Sí, leer los signos de los tiempos fue fundamental durante el Concilio Vaticano II. No puedo imaginarme que la mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al Papa.
-Sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar: ¿la comunión es un premio para quien es perfecto o es una ayuda al pecador?
-La comunión tiene un efecto sanador. Y especialmente la gente que vive en situaciones difíciles necesita la ayuda de la gracia y necesita los sacramentos.
-Otra solución sería anular en forma más rápida los matrimonios.
-Hay situaciones en las que la anulación es posible. Pero tome el caso de una pareja con diez años de matrimonio, con chicos, que en los primeros años tuvo un matrimonio feliz, pero por diversas razones fracasa. Este matrimonio era una realidad y decir que era canónicamente nulo no tiene sentido.