Reflexionando sobre este pasaje de L'Osservatore Romano, el cual reseña la homilía de la Misa diaria en la Casa Santa Marta con el Papa Francisco (L'Osservatore Romano, edición diaria en italiano, Jun-06-2014, pág 8), correspondiente a Jun-05-2014 (traducimos):
Entre estos, el Obispo de Roma ha individualizado precisamente tres categorías, comenzando por «aquellos que quieren que todos sean iguales en la Iglesia»: los «uniformistas», cuyo estilo es «uniformar todo: todos iguales». Están presentes desde «el inicio», es decir, desde «cuando el Espíritu Santo ha querido hacer entrar en la Iglesia a los paganos», ha recordado el Papa refiriéndose a cuantos pretendían que los paganos antes de hacer parte de la Iglesia deberían hacerse judíos. Esto demuestra que la uniformidad va de la mano con la rigidez; y no sorprende que Francisco ha definido a estos cristianos «rígidos», porque «no tienen aquella libertad que da el Espíritu Santo. Y hacen un confusión entre lo que Jesús ha predicado en el Evangelio» y «su doctrina de la igualdad», mientras que «Jesús nunca quiso que su Iglesia fuera rígida». Ellos, por lo tanto, a causa de su «actitud no entran en la Iglesia. Se dicen a sí mismos cristianos, se dicen católicos, pero su actitud rígida los aleja de la Iglesia».
Se nos ocurre preguntar si los catoprogresistas son de esos que Francisco llama uniformistas. No resisten nada que que les huela a, como ellos llaman, conservador, o a tradicional, empiezan a arrojar sospechas sobre ellos de ser de “deriva criptolefebvriana y ciertamente tradicionalista”, u otros tantos adjetivos rebuscados para justificar que no soportan a los que no son catoprogresistas y hacen todo lo que esté a su alcance para “uniformar todo: todos iguales”, como ha dicho el Papa; es decir, todos catoprogresistas...