Tuesday, June 03, 2014

Juan XXIII: Un Nuevo Santo Patrono Para El Misal Tradicional

Artículo de Paix Liturgique, Jun-03-2014.

Juan XXIII: Un Nuevo Santo Patrono Para El Misal Tradicional

El papa Francisco acaba de canonizar, el pasado 27 de abril de 2014, al papa Juan Pablo II y también a Juan XXIII. Bien conocidos son los debates que suscitó la canonización de este último, dado que Juan XXIII fue el papa que convocó un concilio cuyos frutos, cincuenta años después, son muy diferentes de lo anunciado en su momento. Como la vocación de Paix Liturgique es, tal como indica su nombre, esencialmente litúrgica –y no de manera irenista, ya que actúa a favor de la misa tradicional y de su mayor difusión, como columna vertebral de la renovación de la Iglesia y de su extensión misionera– no entraremos en el debate teológico, y sólo nos limitaremos a manifestar nuestra alegría por la canonización del papa a quien debemos la última edición del misal que nos acompaña a lo largo del año litúrgico.


I – JUAN XXIII, HEREDERO DE UNA VISIÓN HIPERTRADICIONAL DE LA FE

«La memoria de Juan XXIII es un verdadero desafío», constataba el periodista francés Jean Mercier en La Vie, el 22 de abril de 2014. Y prosigue: «Calificar a Juan XXIII como papa “progresista” es una simplificación a ultranza. Nacido en 1881 en una familia pobre de la región de Bérgamo, en el norte de Italia, Angelo Roncalli es heredero de una visión hipertradicional de la fe, que conservará hasta el fin de su vida. Su modelo, incluso, era Pío X, conocido por su virulencia antimodernista. Cuando se explaya en su diario íntimo, Roncalli se remite a los valores del concilio de Trento, exaltando las mortificaciones y los sacrificios. En la víspera de su muerte, se ofrece a Dios según una concepción expiatoria muy común en la época. “El altar quiere una víctima, heme aquí dispuesto”. Resulta fácil imaginar sus reacciones si hubiera conocido los cuestionamientos a la autoridad en el seno de la Iglesia después de 1968, o ciertas experimentaciones litúrgicas de vanguardia de los años 1970 en materia de catequesis o de liturgia…».

En el diario italiano Libero, Andrea Morigi insiste aún con mayor énfasis que Jean Mercier y consagra un artículo a «ese Juan XXIII que agrada a los tradicionalistas». Allí narra un episodio de la vida de Juan XXIII, extraído de su diario cuando era nuncio en París: «Asistí a misa en Saint-Séverin. Me enfrié. La música ha mejorado mucho pero la misa cara al pueblo es una grave falta de respeto de las leyes litúrgicas. Leen el Canon en voz alta y no en secreto, como lo prescribe el misal. […] Advertí al párroco sobre la gravedad de este abuso y creo que cesará de hacerlo. ¡Oh, cuántas dificultades tengo con estas cabezas calientes y un poco estrafalarias! ». Si tenemos en cuenta que esta anécdota data de 1951, encontramos aquí materia para reflexionar sobre la calidad de la formación litúrgica antes del concilio y sobre el estado de espíritu del futuro papa en cuanto a un eventual aggionamento litúrgico.

A semejanza del papa Francisco, desde su elección, el papa Juan XXIII goza en los medios de comunicación de una imagen de papa «bueno», dispuesto a hacer entrar en la Iglesia el viento fresco de la modernidad, cuando en realidad, el papa Roncalli era un hombre «muy conservador en el alma», según las palabras del cardenal Silvio Oddi, su colaborador en la nunciatura de París. En su artículo, Andrea Morigi recuerda que en 1959, Juan XXIII quiso celebrar la Semana Santa según los libros litúrgicos anteriores a la reforma permitida por su predecesor, Pío XII. Sabiendo que esa reforma llevaba la marca del futuro autor de la reforma de Pablo VI, Annibale Bugnini, nos podemos preguntar, como hace Jean Mercier, qué habría pensado Juan XXIII de la liturgia de los años 1970…

En otro registro, Juan XXIII no comprendía la pérdida de identidad del sacerdocio que implicaba la experiencia de los sacerdotes-obreros: fue él, y no Pío XII, quien decidió poner fin a esta experiencia, en julio de 1959. Del mismo modo, fue él, y no Pío XII, quien condenó las confusas ensoñaciones del Padre Teilhard de Chardin por medio del Monitum del 30 de junio de 1962. También fue él quien aprovechó los 70 años de Rerum Novarum para recordar los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia en la encíclica Mater et Magistra.

Con los excelentes latinistas que conformaban su entorno como Mons. Felici o su amigo el cardenal Antonio Bacci, se consagró a la restauración del latín propio de la Iglesia, en especial ese magnífico latín –distinto del latín ciceroniano– forjado en la Antigüedad tardía, que se convirtió en la lengua litúrgica de la Iglesia de Roma. Así, con gran solemnidad firmó la constitución Veterum sapientia el 22 de febrero de 1962, día de la cátedra de San Pedro. No lo hizo en el despacho del papa, como es costumbre, sino sobre la tumba de San Pedro, en presencia de todos los cardenales, arzobispos y obispos presentes en Roma, con todo el ceremonial que corresponde normalmente a la promulgación de un dogma. Esta constitución recordaba el lugar del latín, su dignidad, su carácter sagrado en el uso de la Iglesia de Roma. Juan XXIII llegaba al punto de disponer que se debía utilizar nuevamente el latín como lengua de enseñanza eclesiástica, no sólo en las universidades romanas, sino en los cursos dados en los seminarios del mundo entero. Una medida destinada, desafortunadamente, a naufragar en la tempestad conciliar y cuya falta de aplicación se hace sentir de modo dramático en nuestros días.

II – EL PAPA DEL MISAL SUMMORUM PONTIFICUM

Y sobre todo, Juan XXIII publicó una nueva «edición típica» (normativa) del misal tridentino de San Pío V (1570), y del breviario tridentino del mismo San Pío V (1569). El motu proprio «Rubricarum instructum», del 25 de julio de 1960, aprobó un nuevo cuerpo de rúbricas del breviario y del misal romanos. Las mínimas simplificaciones del misal se refieren a las reglas sobre las colectas y las oraciones, así como a la clasificación de las fiestas. En lo que al rito propiamente dicho se refiere, las simplificaciones más visibles son la supresión del Confiteor antes de la comunión y la unificación del missus (despedida): prácticamente siempre: «Ite Missa est». Se ve, pues, el carácter más que moderado, ínfimo incluso, de las modificaciones introducidas en el misal por Juan XXIII, quien, por otro lado, introdujo, piadosamente, la mención de San José en el canon.

Es cierto que el pontificado del papa Roncalli no se reduce a estas disposiciones. Otras tienen una orientación diferente. Sin embargo, estas disposiciones «conservadoras», en el mejor sentido del término, no deben ser olvidadas.

Y no debemos olvidarlas, puesto que las ediciones del breviario y del misal romano que promulgó constituyen la referencia oficial de la liturgia que el motu proprio de Benedicto XVI del 7 de julio de 2007, declaró que nunca había sido abolida. En los hechos, el papa Roncallli permitió que se conservara para el futuro una edición del misal prácticamente idéntica, hasta en los detalles, al misal del siglo XVI, misal cuya estructura y fórmulas estaban fijadas ya desde al menos el siglo VI y cuyo canon está «documentado» desde fines del siglo IV.

Esta reforma resueltamente conservadora del papa Roncalli, muestra con claridad que la Iglesia de Roma consideraba como intangible esta Santa Misa, que era para ella como un Credo litúrgico. Nos parece justo y necesario darle gracias y pedir al nuevo santo que interceda, junto al Divino Maestro, para que conceda durablemente la paz litúrgica a su Iglesia.

Más sobre Nicea 2025, declaración del P. Thomas Rosica

Con relación a una información publicada por Asia News, basada en una entrevista concedida por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en el cual propuso un encuentro en 2025 entre católicos y ortodoxos para celebrar el aniversario del primer concilio, el P. Thomas Rosica publicó un comunicado, Jun-02-2014, “después de consulta con el P. Federico Lombardi, SJ, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede”. Anteriormente el P. Lombardi se había pronunciado al respecto, según lo reportó la corresponsal en Roma de agencia AP, Nicole Winfield.

Esta es una información en español de Gaudium Press, Jun-03-2014.

Ciudad del Vaticano (Martes, 03-06-2015, Gaudium Press) El P. Thomas Rosica, estrecho colaborador de la Sala de Prensa de la Santa Sede en su relación con los medios de comunicación angloparlantes, comentó los recientes reportes de prensa que anunciaban la celebración del un nuevo "Concilio de Nicea" en el año 2025. El sacerdote, tras consultar la posición oficial del Vaticano en diálogo con el P. Federico Lombardi, portavoz oficial, ofreció una aclaración a los medios de comunicación que dieron por hecho el supuesto anuncio. "No hay anuncio formal ni convocatoria por parte del Vaticano", afirmó el sacerdote canadiense.

El P. Rosica recordó que la noticia surge en varios medios de comunicación tras una entrevista de la agencia Asia News con el patriarca ortodoxo de Constantinopla sobre su reciente encuentro con el Papa Francisco en Jerusalén. Bartolomé I anunció en dicha entrevista el propósito conjunto de "encontrarse en Nicea en 2025, para celebrar todos juntos, después de 17 siglos, el primer Sínodo realmente ecuménico de donde salió el Credo". Esta frase fue posteriormente interpretada por algunos medios como el anuncio de un nuevo concilio al que llegaron incluso a llamar tentativamente "Nicea III". "Varias agencias de noticias, publicaciones e individuos han reportado ese encuentro como un 'fait accompli' (hecho consumado)".
El sacerdote aclaró que no existe convocatoria oficial de la Santa Sede a un evento de dicha naturaleza y que "aún estamos a once años" de la fecha sugerida. También afirmó que "la primera idea o propuesta" de una "conmemoración conjunta del primer concilio ecuménico sostenido en Nicea en 325" es "muy hermosa y significativa", pero que "es demasiado pronto para saltar a la conclusión de que un Concilio Ecuménico como tal (...) tendría lugar".

La aclaración ofrecida por P. Rosica, que mantiene una estrecha relación con los medios de comunicación en estados Unidos y Canadá, se originó por las "numerosas peticiones de información y clarificación" recibidas después de la publicación de la entrevista al patriarca ortodoxo en mayo 29. El Concilio de Nicea se celebró antes del cisma que separó a los prelados de Oriente de la Iglesia de Roma en 1054. Su propósito era afirmar el dogma de la divinidad de Jesucristo, atacado por la herejía arriana.