Card. Piacenza: “Sacerdotes, esperen a los fieles en el confesionario”
Información de Vatican Insider, Mar-24-2014.
24/03/2014
Piacenza: «Sacerdotes, esperen a los fieles en el confesionario»
El cardenal Penitenciero mayor inauguró el curso sobre el «foro interior»: «el Sacramento de la reconciliación está en crisis, sobre todo donde los confesores están en crisis»
ANDREA TORNIELLI
VATICAN INSIDER
Los sacerdotes deben esperar con paciencia a los fieles en el confesionario, quedarse a esperarlos en horarios convenientes para los penitentes. Lo dijo esta tarde el cardenal Mauro Piacenza, inaugurando el curso (que desde hace ya varios años se ha convertido en una cita tradicional) dedicado al “foro interior”, es decir la consciencia, el ámbito privado de cada uno de los fieles. Participan en el curso, durante una semana, alrededor de 500 entre sacerdotes y seminaristas que están muy cerca de la ordenación. El viernes concluirá con broche de oro en una audiencia de Francisco y con la concelebración penitencial en la Basília de San Pedro, en donde el Papa en persona confesará a algunos de los presentes para inaugurar la “fiesta del perdón”: 24 horas con Iglesias abiertas para las confesiones.
El Sacramento de la reconciliación, explicó Piacenza, «es, tal vez, la forma más concreta y real para “renovar el encuentro personal con Jesucristo”. Si es cierto que a menudo se llega a la celebración del Sacramento, después de un largo camino y no sin fatigas interiores, y como meta de un precedente encuentro personal con el Señor, eclesialmente mediato, también es cierto que no pocas y radicales conversiones suceden en la misma celebración del Sacramento, en la que la gracia sobrenatural, que actúa a través del confesor y opera eficazmente en la consciencia del penitente, puede conducir en pocos instantes a elevaciones espirituales inimaginables para el criterio natural».
«Cuando tenemos que vérnoslas con “foro interior” –añadió el cardenal–, ¡tenemos que vérnoslas con Dios! La consciencia, efectivamente, es ese sagrario en el que siempre habla Dios, a todos los hombres, debido a la creación, y a los cristianos debido a la creación y la redención... Acompañar a un hermano en el discernimiento sobre la propia y concreta acción y acoger todo lo que surge del foro interior significa entrar con él en un terreno sacro, en el que se requiere la mayor atención. Es como caminar sobre la seda».
Piacenza invitó a los confesores a prepararse para celebrar el Sacramento «invocando el Espíritu de prudencia y sabiduría, pidiendo al Señor ser sus dóciles instrumentos», pero también los invitó a agradecer, acabada la confesión, «por lo que el Señor ha cumplido mediante nuestras pobres personas e invocar, una vez más y siempre, la custodia del Espíritu Santo y la potente intercesión de la Madre de Misericordia sobre cada una de las almas que, mediante nosotros, han renovado el encuentro personal con Cristo».
«La experiencia de todos nosotros, incluso de los penitencieros de las basílicas papales –continuó el cardenal– es que el sacramento de la reconciliación está en crisis, sobre todo en donde los confesores están en crisis. Es decir en donde se ofrece la posibilidad del sacramento solo a los llamados “católicos adultos”, que lo piden conscientemente y que, tal vez, tienen a la mano el número de celular del sacerdote. Pero esta se puede convertir en una reducción personalística del Sacramento, que no tiene nada que ver con el encuentro personal con Cristo».
«La sabiduría de la Iglesia nos enseña, por el contrario –explicó Piacenza–, que es necesario esperar al penitente en el confesionario, con esa paciencia que es propia de Dios, bien representada por el Padre, que ve llegar al hijo menor desde lejor. Es una espera paciente, a menudo dolorosa, a veces desilusionada, pero siempre es posible habitar el confesionario rezando, meditando, haciendo lecturas espirituales, ofreciendo el sacrificio. Si un solo penitente se reconcilia con Dios gracias a la fiel espera de su llegada, tal vez preparada con intensa oración, el tiempo empleado no habrá sido en vano. E incluso, si no llegara ninguno, la mayoría de la Iglesia, es decir los ángeles y los santos, habrán visto nuestro sacrificio y nuestra disponibilidad».
«Ser fieles al Sacramento de la reconciliación –concluyó el cardenal Penitenciero mayor– es una de las maneras más eficaces para ser fieles a Cristo mismo y a su ineludible mandato: “A los que remitiereis los pecados, les son remitidos: a quienes los retuviereis, serán retenidos”». Palabras que deben ser entendidas «como responsabilidad personal de cada sacerdote frente a todos los los que no hayan sido remitidos debido a la negligencia al ofrecer tal sacramento y la consecuente dificultad al celebrarlo».