Sunday, March 02, 2014

Kasper: «La Iglesia sin las mujeres es un cuerpo mutilado»

El teólogo rodillístico, card. Walter Kasper, ha concedido una entrevista al periódico de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, Mar-02-2014, en la cual lanza la propuesta de “mujeres como presidentas de algunos Consejos Pontificios”. Este es un artículo en español de Andrea Tornielli en Vatican Insider, Mar-02-2014.

02/03/2014
Kasper: «La Iglesia sin las mujeres es un cuerpo mutilado»

En la entrevista con “Avvenire”, la propuesta de enriquecer los entes con la presencia femenina: «En la Curia hay demasiados obispos». Y además una propuesta contra el carrerismo

ANDREA TORNIELLI
VATICAN INSIDER


«El papel de las mujeres en la Iglesia debe ser replanteado e integrado en las perspectiva del dinamismo sinodal y de la conversión misionera indicados por el Papa»: las mujeres pueden ser involucradas en puestos de responsabilidad en los Pontificios Consejos y en la futura Congregación para los Laicos, en una Curia en la que hay demasiados obispos y en la que, para contrarrestar el fenómeno del carrerismo, se podrían introducir mandatos a tiempo determinado, llamando a aquellos sacerdotes que cuenten con una experiencia pastoral. Es lo que dijo el cardenal Walter Kasper en una larga entrevista con Stefania Falasca publicada ayer en “Avvenire”.

«Hasta ahora las mujeres han estado presentes en los sínodos generalmente como oidoras y en posiciones de poca relevancia. Siempre hay dos o tres oidoras que intervienen al final de los trabajos, cuando ya hablaron todos. Me pregunto: ¿cómo preparar dos sínodos sobre la familia sin involucrar “in prmis” a las mujeres? Sin las mujeres simplemente no existe la familia. Es insensato hablar de familia sin escicharlas. Creo que deben ser llamadas y escuchadas desde ahora, en la fase de preparación».

«Creo que las mujeres –continuó el purpurado alemán a quien Papa Francisco encomendó la relación de apertura del último Consistorio sobre la familia– deben estar presentes en todos los niveles, incluso en posiciones de absoluta responsabilidad. Es indispensable el aporte de la riqueza y de las capacidades intuitivas propias del genio femenino. La Iglesia sin las mujeres es un cuerpo mutilado. Muchas hoy están comprometidas activamente en los organismos eclesiales. ¿Podemos imaginar estructuras comunitarias, caritativas, culturales sin la presencia de las mujeres? Sin ellas las parroquias cerrarían mañana mismo. En la realidad y en la Iglesia “que sale”, prefigurada por el Papa, las mujeres son la vanguardia, se encuentran en las fronteras».

Kasper, en la entrevista con “Avvenire” recordó con las palabras de Francisco que «en la Iglesia la autoridad de los ministros consagrados y de los obispos no es dominio, sino siempre servicio al pueblo de Dios y deriva de la potestad de administrar el Sacramento de la Eucaristía. Entender, pues, el ejercicio de la autoridad vinculado con el ministerio ordenado en términos de poder es clericalismo. Esto se ve incluso en la poca disponibilidad de muchos presbíteros (sacerdotes y obispos) a dejar el control de papeles de responsabilidad que no exigen el ministerio ordenado a los laicos. En la “Evangelii gauidum” el Papa se pregunta si es necesario que el sacerdote esté por encima de todo. Esto, de hecho, da lugar a una cierta inmovildiad clerical, que a veces parece temer dejar espacio a las mujeres y, por lo tanto, reconocer el espacio que merecen en donde se toman decisiones importantes».

El cardenal también afrontó la importante cuestión de una mayor presencia femenina los ámbitos de decisión, indicando el hecho de que «algunos papeles en la Iglesia prevén el ejercicio de la potestad de jurisdicción que está vinculada al ministerio ordenado». Pero no todos los puestos de gobierno o de administración en la Iglesia, recordó, «implican la potestad de jurisdicción. Estos, pues, podrian ser encomendados a laicos y, por lo tanto, a mujeres. Si esto no se lleva a cabo, no se puede justificar de ninguna manera esta exclusión de las mujeres de los procesos de decisión en la Iglesia».


Las mujeres, explicó Kasper, «pueden ocupar puestos de responsabilidad en los orgnaismos que, incluso en los niveles más elevados, no implican necesariamente la potestad de jurisdicción relacionada con el munusterio ordenado: por ejemplo en los Pontificios Consejos. En los Consejos para la familia, para los laicos (recordemos que la mitad de los laicos son mujeres), para la cultura, para las comunicaciones sociales, para la promoción de la nueva evangelización, por citar algunos. En los consejos, y en otros organismos vaticanos, la autoridad podría ser ejercida por las mujeres incluso en los ambientes más elevados y con plena responsabilidad». La presencia femenina, además, puede ser preciosa incluso «en las oficinas dedicadas a la administración, a los asuntos económicos, en los tribunales. Ámbitos de competencia en los cuales sobresalen las demostradas capacidades profesionales de las mujeres, aunque no hayan sido adecuadamente consideradas hasta ahora».

En cuanto a las Congregaciones, el cardenal precisa: «una mujer podría estar siempre presente en las decisiones y podría perfectamente desempeñar el papel de subsecretario. Por ello estoy plenamente convencido de que con las reglas canónicas vigentes se puede hacer algo en las Congregaciones, evaluando cada una de las posibilidades». Entre las congregaciones, el cardenal indica «la Educación católica, por ejemplo: basta pensar en el talento educativo de las mujeres y en los papeles que ellas desempeñan en este campo. Incluso en las Causas de los Santos sería precioso el discernimiento espiritual de las mujeres. Excluyo papeles de responsabilidad de las mujeres, por obvias razones, en las Congregaciones para los Obispos y para el Clero. Pero ya, por ejemplo, en la Doctrina de la Fe, existe una asamblea de teólogos que prepara todas las sesiones y todavía la presencia femenina es casi inexistente. Sin embargo tenemos muchas teólogas que son también profesoras en las Universidades pontificias. Un aporte de todas ellas sería deseable. Esto es mucho más evidente en la Congregación para la Vida Consagrada: el 80% de las personas consagradas pertenecen al universo femenino».

El criterio para evaluar las candidaturas, según Kasper, «debería tomar en cuenta la competencia y el espíritu de servicio. Obviamente, también las mujeres pueden estar motivadas por un afán de hacer carrera, siguiendo el modelo masculino. Hay algunas que manifiestan este problema, pero muchas otras no. Es necesario, pues, saber elegir con discernimiento a las personas correctas, no elegir a personas que respondan a dinámicas viciadas». El cardenal citó el ejemplo positivo de Mary Ann Glendon, profesora de Harvard a quien la Santa Sede «encomendó una tarea importante, enviándola como representante a las conferencias de la ONU , en donde desempeñó un servicio excelente, reconocido por todos». «Creo que un cierto número de mujeres como ella –añadió– podrían ayudar a sanar el clericalismo y el carrerismo en la Curia, que son vicios terribles».

En contra del carrerismo curial, Kasper afirmó: «El empeño con puestos a tiempo determinado podría ser un remedio. Se podría llamar a personas con experiencia pastoral, que tengan experiencia en las diócesis, en las parroquias, y encomendarles encargos a tiempo determinado. Por ejemplo por cinco años. Un periodo tras el cual algunos podrían permanecer, pero todos volverían a sus diócesis llevando la propia experiencia a la Iglesia local. Con esta perspectiva se podría eliminar el problema de las personas que actúan teniendo como único objetivo» la propia carrera.

Para concluir, Kasper se preguntó si es indispensable que «todos los secretarios de los dicasterios vaticanos sean obispos». En la Curia «hay una alta concentración de obispos –observó. Muchos desempeñan funciones de burócratas, y esto no está bien. El obispo es un pastor. La consagración episcopal no es un reconocimiento, es un Sacramento relacionado con la estructura sacramental de la Iglesia. ¿Por qué se necesita a un obispo para llevar a cabo funciones burocráticas? Aquí, según mi opinión, existe el riesgo de un abuso de los Sacramentos».

Kasper cambia el paradigma, Bergoglio aplaude

«Otra cosa: ayer, antes de dormir, pero no para dormirme, he leído y releído el trabajo del cardenal Walter Kasper y me gustaría darle las gracias porque he encontrado teología profunda y también un pensamiento sereno en la teología. Es agradable leer esta teología serena. Y he sentido lo que San Ignacio decía sobre el “sensus Ecclesiae”, el amor a la Madre Iglesia... Me ha hecho bien y he tenido una idea -perdón, Excelencia si hago que le de vergüenza- pero la idea es que esto se llama: “Hacer teología de rodillas”. Gracias, gracias.»

Francisco
Palabras antes de la segunda jornada del Consistorio
extraordinario del Colegio Cardenalicio con el Santo Padre
para reflexionar sobre el tema de la familia
Aula Nueva del Sínodo
Ciudad del Vaticano
Feb-21-2014
[Como las reportó V.I.S.]


Artículo de Sandro Magister. Mar-01-2014, en el cual se destacan algunos pasajes de la relación presentada por el card. Walter Kasper en el recientemente concluido sínodo extraordinario sobre la familia, la cual fue publicada en exclusiva por el periódico Il Foglio, Mar-01-2014 (ver aquí). Como no existe —todavía— una traducción integral al español de la citada relación del card. Kasper, el artículo resulta de utilidad.

Kasper cambia el paradigma, Bergoglio aplaude

El texto de la relación bomba que ha abierto el consistorio sobre la familia ya no es un secreto. Indica dos vías para readmitir a la comunión a los divorciados vueltos a casar, siguiendo el ejemplo de la Iglesia antigua

de Sandro Magister

ROMA, 1 de marzo de 2014 – La relación de introducción del cardenal Walter Kasper en el consistorio de la semana pasado ya no está cerrada bajo llave. La he hecho pública, con una exclusiva periodística magistral, el periódico italiano "Il Foglio", dirigido por Giuliano Ferrara, que ha anticipado mucho la salida de la misma relación en forma de libro, por la editorial Queriniana.

Pero que esta relación tuviera que mantenerse secreta es un contrasentido, después de las palabras con las que el Papa Francisco la había alabado el 21 de febrero, al final de los dos días del consistorio dedicados a la cuestión de la familia:

"Ayer, antes de dormir, y para no dormirme, he leído – he vuelto a leer – el trabajo del cardenal Kasper y quisiera darle las gracias porque he leído teología profunda, también un pensamiento sereno en la teología. Es agradable leer teología serena. Y también he encontrado eso que San Ignacio nos decía, ese 'sensus Ecclesiae', el amor de la Madre Iglesia. Me ha hecho bien y me ha dado una idea – discúlpeme eminencia si le causo turbación –, pero la idea es que esto se llama 'hacer teología de rodillas'. Gracias. Gracias".

En su relación, Kasper ha dicho que quería "plantear solo algunas preguntas" porque "una respuesta será tarea del sínodo en sintonía con el Papa". Pero leyendo lo que ha dicho a los cardenales, las suyas son mucho más que preguntas, son propuestas de solución ya sólidamente ensambladas, a las que el Papa Francisco parece que se quiere adherir.

Y son propuestas fuertes, un verdadero "cambio del paradigma". En particular, sobre lo que Kasper considera el problema de los problemas, la comunión a los divorciados vueltos a casar, al que le dedica más de la mitad de las dos horas de su discurso.

Como había anticipado www.chiesa en dos servicios, la piedra de comparación de las propuestas de Kasper ha sido la Iglesia de los primeros siglos, también ella "enfrentada a conceptos y modelos de matrimonio y de familia muy distintos de los que predicó Jesús".

Frente al desafío del presente, Kasper ha declarado que "nuestra postura hoy no puede ser un adaptación liberal al 'status quo', sino una posición radical que va a la raíz, que va al Evangelio".

Para comprobar si esto es verdad o no – para muchos cardenales que han intervenido en el debate no lo es – he aquí a continuación los pasajes cruciales de la relación.

__________

EL PROBLEMA DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR

de Walter Kasper


[…] No basta considerar el problema solo desde el punto de vista y de la perspectiva de la Iglesia como institución sacramental. Necesitamos un cambio de paradigma y debemos – como ha hecho el buen Samaritano – considerar la situación también desde la perspectiva de quien sufre y pide ayuda.

Todos sabemos que la cuestión de los matrimonio de personas divorciadas y vueltas a casar es un problema complejo y espinoso. […] ¿Qué puede hacer la Iglesia en estas situaciones? No puede proponer una solución distinta o contraria a las palabras de Jesús. La indisolubilidad de un matrimonio sacramental y la imposibilidad de un nuevo matrimonio durante la vida del otro cónyuge forman parte de la tradición de fe vinculante de la Iglesia, que no puede ser abandonada o disuelta basándose en una comprensión superficial de la misericordia a bajo precio. […] La pregunta es, por tanto, cómo puede corresponder la Iglesia a este binomio indisoluble de fidelidad y misericordia de Dios en su acción pastoral respecto a los divorciados vueltos a casar con rito civil. […]

Hoy nos encontramos ante una situación similar a la del último Concilio. También entonces existían sobre la cuestión del ecumenismo o de la libertad religiosa, por ejemplo, encíclicas y decisiones del Santo Oficio que parecían excluir otras vías. El Concilio, sin violar la tradición dogmática vinculante, ha abierto las puertas. Nos podemos preguntar: ¿no es tal vez posible un ulterior desarrollo también en la presente cuestión? […]

Me limito a dos situaciones, para las cuales en algunos documentos oficiales ya se mencionan algunas soluciones. Deseo plantear solo algunas preguntas, limitándome a indicar la dirección de las respuestas posibles. Sin embargo, dar una respuesta será tarea del Sínodo en sintonía con el Papa.


PRIMERA SITUACIÓN

La "Familiaris consortio" afirma que algunos divorciados vueltos a casar están convencidos subjetivamente, en conciencia, que su precedente matrimonio, irremediablemente roto, no ha sido nunca válido. […] Según el derecho canónico, la valoración es tarea de los tribunales eclesiásticos. Al no ser estos "iure divino", sino que se han desarrollado históricamente, a veces nos preguntamos si la vía judicial debe ser la única vía para resolver el problema o si no serían posible otros procedimientos más pastorales o espirituales.

Como alternativa, se podría pensar que el obispo pueda confiar esta tarea a un sacerdote con experiencia espiritual y pastoral, como el penitenciario o el vicario episcopal.

Independientemente de la respuesta que hay que dar a dicha pregunta, recordemos el discurso del Papa Francisco a los oficiales del tribunal de la Rota Romana del 24 de enero de 2014, en el cual afirma que dimensión jurídica y dimensión pastoral no están en contraposición. […] La pastoral y la misericordia no se contraponen a la justicia sino que, por decirlo de algún modo, son la justicia suprema porque detrás de cada causa no solo vislumbran un caso que hay que examinar en la óptica de una regla general, sino una persona humana que, como tal, no representa únicamente un caso y que tiene siempre una dignidad única. […] ¿De veras es posible decidir sobre el bien o el mal de las personas en segunda y tercera instancia sólo sobre la base de actos, es decir, de documentos, sin conocer nunca a la persona y su situación?


SEGUNDA SITUACIÓN

Sería equivocado buscar la solución del problema solo en una generosa ampliación del procedimiento de nulidad del matrimonio. Así se crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia procede de manera deshonesta concediendo lo que en realidad son divorcios. […] Por lo tanto, debemos tomar en consideración también la cuestión más difícil de la situación del matrimonio rato y consumado entre bautizados, donde la comunión matrimonial se ha roto irremediablemente y donde uno o ambos cónyuges han contraído un segundo matrimonio civil.

En 1994, la congregación para la doctrina de la fe nos dio una advertencia cuando estableció – y el Papa Benedicto XVI lo ha confirmado durante el encuentro internacional de las familias en Milán en 2012 – que los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión sacramental, pero pueden recibir la espiritual. […]

Muchos estarán agradecidos por esta respuesta, que es una verdadera apertura. Pero también plantea varias preguntas. Efectivamente, quien recibe la comunión espiritual es una sola cosa con Jesucristo. […] ¿Por qué, entonces, no puede recibir también la comunión sacramental? […] Algunos sostienen que precisamente la no participación a la comunión es un signo de la sacralidad del sacramento. La pregunta que se plantea es: ¿no es tal vez una instrumentalización de la persona que sufre y pide ayuda si hacemos de ella un signo y una advertencia para los otros? ¿La dejamos morir sacramentalmente de hambre para que otros vivan?

La Iglesia de los orígenes nos da una indicación que puede servir como vía de salida del dilema, a la cual el profesor Joseph Ratzinger había ya hecho mención en 1972. […] En las Iglesias locales individuales existía el derecho consuetudinario en base al cual los cristianos que vivían un segundo vínculo, aunque estuviera en vida el primer cónyuge, después de un tiempo de penitencia tenían a disposición […] no un segundo matrimonio, sino a través de la participación a la comunión, una tabla de salvación. […]

La pregunta es: ¿esta vía más allá del rigorismo y del laxismo, la vía de la conversión, que desemboca en el sacramento de la misericordia, en el sacramento de la penitencia, es también el camino que podemos recorrer en la presente cuestión?

A un divorciado vuelto a casar: 1. si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, 2. si ha aclarado las obligaciones del primer matrimonio y si ha excluido de manera definitiva volver atrás, 3. si no puede abandonar sin otras culpas los compromisos asumidos con el nuevo matrimonio civil, 4. si se esfuerza en vivir al máximo de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y educar a sus hijos en la fe, 5. si desea los sacramentos como fuente de fuerza en su situación, ¿debemos o podemos negarle, después de un tiempo de nueva orientación, de "metanoia", el sacramento de la penitencia y después el de la comunión?

Esta posible vía no sería una solución general. No es el camino ancho de la gran masa, sino el estrecho de la parte probablemente más pequeña de los divorciados vueltos a casar, sinceramente interesada en los sacramentos. ¿No es necesario tal vez evitar lo peor precisamente aquí? Efectivamente, cuando los hijos de los divorciados vueltos a casar no ven a sus padres acercarse a los sacramentos, normalmente tampoco ellos encuentran el camino hacia la confesión y la comunión. ¿No tendremos en cuenta que perderemos también a la próxima generación y, tal vez, también a la siguiente? ¿Nuestra praxis consumada, no demuestra ser contraproducente? […]


LA PRÁCTICA DE LA IGLESIA DE LOS ORÍGENES

Según el Nuevo Testamento, el adulterio y la fornicación son comportamientos en fundamental contraste con el ser cristianos. Del mismo modo, en la Iglesia antigua, junto a la apostasía y al homicidio, entre los pecados capitales que excluían de la Iglesia, estaba también el adulterio. […] Sobre las correspondientes cuestiones exegéticas e históricas existe una amplia literatura, entre la cual es casi imposible orientarse, e interpretaciones distintas. Se pueden citar, por ejemplo, por una parte, a G. Cereti, "Divorzio, nuove nozze e penitenza nella Chiesa primitiva", Boloña 1977, 2013, y por la otra a H. Crouzel, "L’Eglise primitive face au divorce", Paris 1971, y a J. Ratzinger, […] 1972, [reproducido] en "L'Osservatore Romano" del 30 de noviembre de 2011.

No puede haber, sin embargo, alguna duda sobre el hecho de que en la Iglesia de los orígenes, en muchas Iglesias locales, por derecho consuetudinario había, después de un tiempo de arrepentimiento, la práctica de la tolerancia pastoral, de la clemencia y de la indulgencia.

En el contexto de dicha práctica se entiende también, quizás, el canon 8 del Concilio de Nicea (325), dirigido contra el rigorismo de Novaciano. Este derecho consuetudinario está expresamente testimoniado por Orígenes, que lo considera no irrazonable. También Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno y algunos otros hacen referencia a él. Explican el “no irrazonable” con la intención pastoral de “evitar lo peor”. En la Iglesia latina, por medio de la autoridad de Agustín, esta práctica fue abandonada en favor de una práctica más severa. También Agustín, sin embargo, en un pasaje habla de pecado venial. No parece, por tanto, haber excluido de partida toda solución pastoral.

Seguidamente, la Iglesia de Occidente, en las situaciones difíciles, para las decisiones de los sínodos y similares ha buscado siempre, y también encontrado, soluciones concretas. El Concilio de Trento […] ha condenado la posición de Lutero, pero no la práctica de la Iglesia de Oriente. […]

Las Iglesias ortodoxas han conservado, conforme al punto de vista pastoral de la tradición de la Iglesia de los orígenes, el principio para ellos válido de la oikonomia. A partir del siglo VI, sin embargo, haciendo referencia al derecho imperial bizantino, han ido más allá de la posición de la tolerancia pastoral, de la clemencia y de la indulgencia, reconociendo, junto a las cláusulas del adulterio, también otros motivos de divorcio, que parten de la muerte moral y no sólo física del vínculo matrimonial.

La Iglesia de Occidente ha seguido otro recorrido. Excluye la disolución del matrimonio sacramental rato y consumado entre los bautizados; conoce, sin embargo, el divorcio para el matrimonio no consumado, así como, por el privilegio paulino y petrino, para los matrimonios no sacramentales. Junto a esto están las declaraciones de nulidad por vicio de forma; a este propósito nos podríamos preguntar, sin embargo, si no se sitúan en primer plano, de manera unilateral, puntos de vista jurídicos históricamente muy tardíos.

J. Ratzinger ha sugerido retomar de manera nueva la posición de Basilio. Parecería ser una solución apropiada, solución que está en la base de mis reflexiones. No podemos hacer referencia a la una o a la otra interpretación histórica, que sigue siendo controvertida, y ni siquiera repetir simplemente las soluciones de la Iglesias de los orígenes en nuestra situación, que es completamente distinta. En la cambiada situación actual podemos, no obstante, retomar los conceptos de base e intentar realizarlos en el presente, en la manera que es justa y adecuada a la luz del Evangelio.


Crédito de la imágen: Cristo era sabio.