Hija de unos reyes que oficialmente son católicos (su título nobiliario así lo indica), por tanto (presuntamente) criada con una educación católica correspondiente a los (escasos) medios con los cuales la (humilde) famila real española tuviera a su alcance para proporcinarsela, con una educación academica y profesional pobre (pobrísima, casi pauperrima), casada a la edad de 32 añitos (muy jóven para aún haber llegado a la edad de discernir. Sin saberse si tal vez le pusieron una escopeta en la espalda para llevarla al altar).
Lo escrito arriba no es que propiamente corresponda a la realidad, pero eso es lo que ahora nos quieren hacer creer. Hablamos de la hija mayor de los Reyes de España, la Infanta Elena de Borbón, Duquesa de Lugo(imágen), quien ahora resulta que tratará de buscar la nulidad de su matrimonio, según reporta hoy la prensa del corazón española. Creemos que lo logrará, ya que nosotros como somos malpensados y hemos manifestado en otra ocasión, debido a aquella máxima que han abrazado los tribunales eclesiásticos de hace unas cuatro décadas a la presente: “una nulidad no se le niega a nadie”, y menos tratandose se tan ilustre personaje, ¡que dirá la gente si se la niegan...!
Para no tomar la nota de una revista rosa, recurrimos a El País de Madrid.
Nulidad por inmadurez o por miedo reverencial
MÁBEL GALAZ - Madrid - 27/11/2009
La infanta Elena ha consultado con expertos cómo solicitar la disolución de su matrimonio en Roma
La infanta Elena ha consultado con expertos en derecho canónico cómo solicitar la nulidad de su matrimonio con Jaime de Marichalar, con quien se casó en la catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995. La decisión de emprender esta vía todavía no está formalmente tomada, pero fuentes próximas a la Infanta indican que como católica y miembro de la familia real española es lo que debe hacer.
La infanta Elena ha consultado con expertos en derecho canónico cómo solicitar la nulidad de su matrimonio con Jaime de Marichalar, con quien se casó en la catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995. La decisión de emprender esta vía todavía no está formalmente tomada, pero fuentes próximas a la Infanta indican que como católica y miembro de la familia real española es lo que debe hacer.
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"La Infanta en principio puede acogerse a dos fórmulas para iniciar los trámites que lleven a la anulación de su matrimonio", señala el catedrático. "Lo más normal es que argumente que en el momento de la boda no tenía madurez para asumir las obligaciones correspondientes al matrimonio. Ésta es la causa más común utilizada por las personas que inician estos procesos, ya que es una especie de cajón de sastre donde todo cabe. También la Infanta podría decir que fue víctima de un miedo reverencial a la hora de tomar la decisión de casarse. O lo que es lo mismo, que se vio presionada por las circunstancias".
Según los expertos consultados, doña Elena puede iniciar en solitario el proceso o hacerlo de acuerdo con Jaime de Marichalar.
Las distintas etapas del proceso de nulidad matrimonial son: introductoria, en la que se definen las causas de nulidad; probatoria, cuando se producen las declaraciones de las partes y de testigos, así como la presentación de documentos y realización de peritajes (psiquiátricos, médicos y caligráficos, entre otros); discusoria, el momento en que los abogados de las partes y el defensor del vínculo -designado por la Iglesia- deben debatir en favor o no de la disolución del matrimonio; y por último la decisoria, cuando un tribunal colegiado de varios jueces emite la sentencia.
En el caso de la infanta Elena, todo este proceso debe realizarse en Roma al tratarse de un miembro de la familia real española. "El proceso puede tardar entre dos o tres años", señala Dionisio Llamazares. Aunque es fundamental para la rapidez o no del expediente la intervención del Papa. Carolina de Mónaco tardó 12 años en lograr la anulación de su matrimonio con el playboy Philippe Junot.